jueves, 25 de febrero de 2016

Duatlón de Sopelana: Crónica desde el vagón de cola

Nuestro compañero Ernesto nos ha escrito esta crónica del Duatlón de Sopelana del fin de semana pasado. Un visión diferente.
Enhorabuena a todo el equipo por la carrera. Dos corredores en el Top 10, y un 4º puesto por equipos.

Crónica desde el vagón de cola
Después de sufrir las inclemencias del tiempo en Barakaldo, hoy toca sol y no sabes si ponerte una térmica de manga larga, de manga corta o ir a pecho descubierto. Opté por una térmica de manga corta para no pasar frío en el sector de bici sabiendo que en el de correr iba a pasar mucho calor.
Si en el anterior duatlón me olvidé el chip en casa, esta vez es el portadorsales. Menos mal que nuestro capitán tiene una colección de ellos en el coche.
Después de presenciar la salida de las chicas y el primer paso por meta de Izaskun nos vamos poniendo en posición de salida.

Empieza la carrera y la gente sale bastante rápido. Para no ser arrollado por la turba que tenía detrás, intento acelerar el ritmo pero me cuesta arrancar y me pasan bastantes corredores, perdiendo de vista al resto de integrantes del equipo. Después del primer kilómetro y medio diviso a Aitor y un poco más adelante a Raúl lo cual me da ánimos para seguir dando caña.
Acabo el primer sector a la par que Aitor que hace una transición rápida mientras que Raúl y yo andamos ahí mano a mano con las zapatillas, el casco, las gafas... parece que todo se atasca. Salgo por detrás de Raúl que me saca unos cuantos metros. Noto mis piernas un poco agarrotadas después del esfuerzo corriendo e intento darle caza pero le veo alejarse por el horizonte con su peculiar estilo de poner la bici a un ángulo de 30º respecto al suelo a izquierda y derecha.
Cuando dejamos atrás el camino de Unbe, mi gemelo izquierdo empieza a subirse. Trato de seguir dando pedaladas para no perder tiempo pero el dolor empieza a volverse insoportable. Saco el pie de la cala e intento estirarlo todo lo que puedo mientras doy pedales con la pierna derecha. Mis dos compañeros de fuga empiezan a abrir hueco. Por suerte, el dolor baja un poco y puedo recuperar el terreno perdido y enlazar con ellos no sin grandes esfuerzos.

Llego a la transición con el gemelo resentido y con algo de cansancio. Nada más empezar el último sector, le llega el turno al gemelo derecho que, envidioso del izquierdo, también empieza a subirse. El dolor que me estaba causando me obliga a parar durante varios segundos para estirar un poco. La hemorragia de tiempo era importante así que decido empezar a andar despacito para poco después volver a la carrera a un ritmo bastante malo pero que me permitiera llegar a meta. Con el paso de los metros, noto que el gemelo se va calentando y el dolor empieza a remitir lo que me permite apretar el paso. Por fin diviso el arco de la meta y aprieto en el sprint. Mientras la estoy cruzando, leo en mi reloj unas reconfortantes palabras: "Duatlón Completado".

















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